La gaviota

Autor: Padre José Alcázar Godoy  

 

 

Cuando nací y mis ojos tiernos se abrieron a la vida, el sol de la eternidad inundó mis entrañas. Era tan bello mi alrededor que me ofrecí decidida para mantenerlo entre los hombres. Fue una entrega sin reservas ni condicionamientos, absoluta, hasta fundir mis blancas y azuladas plumas con el verde de la marisma y el dorado de las arenas de sus playas. Y volé por el cristalino cielo sobre la espuma del mar.

Durante muchos años, suspendida en el aire limpio, conversaba, con quienes habitaban en el polvo de la tierra, sobre la importancia de subir y sacrificarse por unos ideales como los que yo disfrutaba, esperanzada de que los indigentes cangrejos pudieran volar. Y muchos me siguieron hasta el firmamento.

Pero un luminoso día, mientras hablaba encendida sobre el más allá, sentí un tiro en el cuerpo, disparado por un cazador que nunca divisé. Y caí a la tierra ensangrentada en dolor.

La fortuna me causó una herida no mortal, pero perdida la capacidad para volar y abrazar la suave brisa del litoral, tuve que conformarme con vivir en adelante como un cangrejo más.