Parábolas

Parábola del cuerpo

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Un día la mano izquierda dijo a la derecha: 

- Nosotras trabajamos para el estómago y él... ¡nada! 

Apenas lo oyeron, las piernas dijeron: 

- Nosotras también, y él ¡a comer! Hagamos huelga. Y si el estómago quiere comer, que se las arregle como pueda. 

Oyendo todo esto, el estómago dijo con tristeza: 

- Yo no soy comodón. Nuestros trabajos son diferentes. Dependemos unos de otros. 

No le dejaron hablar más y los brazos también se sumaron a la protesta. Pero al cabo de unos días se empezaron a quejar de lo débiles y cansados que se encontraban. Lo mismo decían las piernas y la cabeza, y todos los miembros del cuerpo coincidían en la misma queja. Entonces habló de nuevo el estomago mostrándoles su error por el que pagaban las consecuencias y proponiéndoles que lo alimentaran de nuevo... La cabeza pensó, las piernas fueron donde había comida, las manos la llevaron a la boca, los dientes la masticaron y poco después exclamaron: 

- Parece que nos vamos recuperando. ¡Qué bien estamos! 

Todos los miembros del cuerpo comprendieron entonces muchas cosas. 


NOTA: Relacionar esta parábola con el símil del cuerpo que nos presenta San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, 12, 12 – 30 y reflexionemos en la necesidad de intercambiar toda clase de bienes y servicios en la parroquia, según los carismas de cada cristiano y de cada movimiento.

Fuente: Diocesis de Zacatecas, México