Expiró en paz

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Un joven estaba muriéndose; pese a ello, durante tres días luchó para prolongar su vida.
Una religiosa que lo atendía le preguntó:
–– “¿Por qué prolongas esa lucha?”.
–– “No puedo morir sin pedir antes perdón a mi padre” –contestó.
Cuando su padre acudió, se fundieron ambos en un abrazo y el joven le pidió que le perdonase.
A las dos horas, el joven expiró en paz.