El miedo no atiende razones

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Aristipo iba embarcado a Corinto. Sobrevino una tempestad y no fue capaz de disimular el miedo que sentía. Otro de los pasajeros, al observarlo, le dijo: 
–– “Nosotros, pobres ignorantes, no tenemos miedo; en cambio, tú, un filósofo, tiemblas”. 
–– “Ello se debe –respondió el filósofo– a que tenemos una vida muy distinta que conservar”.