Parábola de un grave error

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

      

Los discípulos habían oído al Maestro hablar de la resurrección. A los tres días de ser ajusticiado en la cruz, resucitaré. Lo ajusticiaron el viernes a las tres de la tarde y el sábado de madrugada subió a los cielos, junto al Padre, resucitado. Había cumplido su misión.

Los discípulos estaban desconcertados. No sabían qué hacer sin la presencia visible de su  Maestro. Pedro le negó tres veces. Después se arrepentiría amargamente.

-    ¿ Qué pasó? En realidad algo que nadie podía entender. Pensaban que era un profeta más de tantos como proliferaban en Israel por aquellos tiempos.

Pero el Maestro, mediante muchas comparaciones, les había instruido acerca de este acontecimiento,  el mayor de la historia y de donde arranca nuestra fe. Si el Maestro no hubiera resucitado , no habría cristianos.

El ángel, enviado de Dios, consoló a las mujeres y éstas transmitieron a los discípulos  la gloriosa resurrección.

            -¿ Qué hizo Jesús?

-    Le salió al encuentro. Y les dijo: Yo soy. Durante cuarenta días estuvo hablando con ellos, comiendo y dando las últimas instrucciones hasta el día de la Ascensión. De la muerte sin causa surgió una nueva vida para la humanidad. Su muerte se convirtió en redención para toda la humanidad que crea en el Maestro. Los fariseos comentaban que habían robado el cuerpo de Jesús. Nadie se lo creyó.

-¿ Que te parece la resurrección?

 ORACIÓN DEL DISCÍPULO:  Maestro,  hemos sido torpes incluso hasta el final. No sabíamos verte nada más que por fuera: tus palabras y tus milagros. No llegamos, sin embargo, a conocerte  en tu poderosos mundo interior. Estaba conviviendo con nosotros el Hijo de Dios y no nos dimos cuenta. Perdónanos. Ahora te anunciaremos por las calles de todo el mundo y diremos la verdad esencial de tu mensaje y, sobre todo, que éste tiene sentido desde tu resurrección. Gracias por permanecer entre nosotros.

PRECES

Por la juventud: para que sea creyente en Cristo resucitado, roguemos al Señor.

Añade tus intenciones. Con el corazón alegre, te digo: Padrenuestro