Parábola de las cinco mil comidas

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Se encontraba el Maestro en un día afortunado. La gente le seguía hasta el mismo anochecer. No pensaba ni siquiera en comer con tal de escuchar sus bellas palabras.

Se hizo de noche. Sintió pena por las personas que no habían comido.

Un discípulo se le acerca y le dice: Maestro , esta gente está  hambrienta.

Ah,¿ sí?  ¡Vamos, dadles vosotros de comer!

- ¿Cómo? Si no hay nada.

-¿Cómo que no?. Preguntad si alguno tiene algún alimento.

-     Sí Maestro. Hay uno que tiene  cinco panes y  cinco peces. Pero esto no es nada para tanta gente.

- Decidle que venga. El pobre hombre se presentó con su ración de comida para él y su familia.

 Una vez que la tuvo delante, el Maestro nos dejó a todos turulatos.

-¿ Qué vas a hacer?, le preguntó un discípulo duro de  cabeza.

-    Pues  mira, para que veáis que el Maestro tiene poder sobre todo, voy a multiplicar  comida para que todos pueden comer hasta hartarse.

-    Cogió el cesto, lo bendijo y aquella comida se multiplicó por tantas raciones como hacían falta y hasta sobraron  para muchos más.

-    Maestro, ¿ por qué haces esto y en poder de quién?

-    Lo hago porque soy el Maestro. Puedo hacer cualquier cosa. Soy el Maestro – Dios. ¿ No os enteráis?

- Mi mundo es hacer la voluntad del que me ha enviado.

Los discípulos se quedaron admirados,

Hago estos milagros para que la gente crea en mi y para que comprenda que el poder divino no es como el humano.

¿  Qué te parece al actuación del Maestro?

 

ORACIÓN DEL DISCÍPULO: Señor, hoy nos hemos quedado admirados por lo “chulo”  de nuestro  Maestro. Se trae a la gente de calle. Así nos gusta. Si el triunfa, también lo haremos nosotros, sus discípulos. Hemos tenido suerte en elegir a nuestro Maestro como guía de nuestra vida. Quien no crea en sus portentos, es porque se queda a ras de tierra en el terreno de la fe.

PRECES: Por la juventud y los seguidores de Dios: para que vean que nuestro Maestro lo puede todo, roguemos al Señor. Hoy, con admiración, te digo: Padrenuestro